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30 de abril de 2020

La agreste sencillez del Parque Nacional Los Cardones en los Valles Calchaquíes.


La especie vegetal predominante en la zona, y que da nombre al parque, posee ejemplares adultos que llegan a medir 3 metros habiendo cumplido entre 250 y 300 años.

Estuvieron en peligro de extinción por la explotación irracional que se hacía de su madera, ahora la Ley Nacional de Parques los protege, desde 1996, en esta magnífica área que abarca cuatro ambientes naturales diferentes.

La flora y la fauna muestran características tan singulares y agrestes como el paisaje que las cobija.


Una ruta serpentea entre cardones y flores de amancay. Es el camino que anticipa la agreste sencillez del Parque Nacional Los Cardones, en los Valles Calchaquíes.

Un enorme bolsón de 65.620 hectáreas se extiende entre los departamentos de Cachi y San Carlos.

Allí, cardones erguidos custodian los caminos del antiguo Imperio Incaico y del singular Valle Encantado, que guardan los vestigios de su rico pasado.

El clima es árido en gran porcentaje del Área, con gran amplitud térmica; temperaturas medias: 11° C en invierno (con mínimas bajo cero) y 18° C en verano (con máximas de 30° C); hasta 150 mm anuales de lluvias, concentrados entre noviembre y marzo; nevadas excepcionales en las zonas bajas.

Se recomienda visitarlo entre abril y noviembre.


Se observa una diversa y austera flora en toda la extensión del Parque Los Cardones, distribuida en cuatro ambientes bien diferenciados.

La especie vegetal protagonista del parque es el cardón, y su abundancia en esta región salteña le ha conferido el nombre a la reserva nacional.

Su corteza está cubierta de espinas que parecen agujas doradas y llegan a medir 30 centímetros, todavía existen artesanos que las usan para tejer lana de llama.


El Parque posee muestras de ambientes naturales de diferentes ecorregiones: los Altos Andes, la Puna, el Monte de sierras y bolsones (en donde se desarrolla el cardonal); y hasta un sector con pastizal de neblina, propio de la región de las Yungas.


Además de recorrer la desértica belleza del Parque Nacional por una ruta en buenas condiciones, se pueden sacar fotografías, hacer travesías, caminatas y observación de flora y fauna. Los cardones en su árido silencio, impresionan con su porte firme sobre la tierra.

Estarán siempre ahí, para deleitar la vista en un paisaje diferente.

Aunque su tala está prohibida, es posible tener un recuerdo de su madera, porque los guardianes del parque recogen los ejemplares secos y se los dan a los artesanos de la zona, para que hagan verdaderas obras de arte.



Pasean por el vasto territorio los guanacos, zorros colorados, zorros grises, chinchillones, pumas, pericotes andinos y los quirquinchos chicos.

Dueños del ambiente desoladamente bello de Los Cardones, viven también en esta extensa región aves como la gaviota andina y el carpintero de los cardones, pero la primera mención se la lleva el cóndor, cuyo avistaje a simple vista proporciona placer y admiración.

Los Cardones con su clima netamente árido, con precipitaciones que no superan los 200 milímetros al año y temperaturas medias de 11° en invierno y 18° en verano, ampara especies en vías de extinción como la vicuña y la taruca o huemul del norte.
 
El primer ambiente de la reserva es el de la Puna, cuya altura de entre 3500 y 4500 metros sobre el nivel del mar la distingue con una humedad casi nula y temperaturas que hacen temblar de frío por las noches.

Leer también: Parque Nacional El Rey creado para perservar las yungas y el chaco serrano.

Las especies típicas son la tola, añagua, rica-rica, cortadera, muña-muña y gramíneas. En la prepuna las alturas descienden a los 2200, aquí reinan los churquis que forman pequeños bosques conocidos como "El Churcal".

El tercero de los ambientes es el monte occidental, donde abundan los cardones, las jarillas -de gran importancia, ya que los cardones nacen y crecen bajo la protección de este arbusto hasta alcanzar un porte adecuado- y las flores amarillas del amancay, que sólo crecen en épocas de lluvia y se agrupan al pie de las laderas del cerro Tin Tin y en la Quebrada de Cajoncillo. En sectores más abiertos y desérticos se encuentran las típicas breas y retamos, que son arbustos que no superan el metro de altura, con tallos verdes y flores amarillas.

El último de los ambientes es el pastizal alto andino de neblina, con un promedio anual de lluvias menor a los 200 milímetros, en esta zona predominan las gramíneas y leguminosas, y algunas especies de hongos.

La especie vegetal predominante en la zona, y que da nombre al parque, posee ejemplares adultos que llegan a medir 3 metros habiendo cumplido entre 250 y 300 años.

Estuvieron en peligro de extinción por la explotación irracional que se hacía de su madera, ahora la Ley Nacional de Parques los protege, desde 1996, en esta magnífica área que abarca cuatro ambientes naturales diferentes.

La flora y la fauna muestran características tan singulares y agrestes como el paisaje que las cobija.


Una ruta serpentea entre cardones y flores de amancay. Es el camino que anticipa la agreste sencillez del Parque Nacional Los Cardones, en los Valles Calchaquíes.

Un enorme bolsón de 65.620 hectáreas se extiende entre los departamentos de Cachi y San Carlos.

Allí, cardones erguidos custodian los caminos del antiguo Imperio Incaico y del singular Valle Encantado, que guardan los vestigios de su rico pasado.

El clima es árido en gran porcentaje del Área, con gran amplitud térmica; temperaturas medias: 11° C en invierno (con mínimas bajo cero) y 18° C en verano (con máximas de 30° C); hasta 150 mm anuales de lluvias, concentrados entre noviembre y marzo; nevadas excepcionales en las zonas bajas.

Se recomienda visitarlo entre abril y noviembre.


Se observa una diversa y austera flora en toda la extensión del Parque Los Cardones, distribuida en cuatro ambientes bien diferenciados.

La especie vegetal protagonista del parque es el cardón, y su abundancia en esta región salteña le ha conferido el nombre a la reserva nacional.

Su corteza está cubierta de espinas que parecen agujas doradas y llegan a medir 30 centímetros, todavía existen artesanos que las usan para tejer lana de llama.


El Parque posee muestras de ambientes naturales de diferentes ecorregiones: los Altos Andes, la Puna, el Monte de sierras y bolsones (en donde se desarrolla el cardonal); y hasta un sector con pastizal de neblina, propio de la región de las Yungas.


Además de recorrer la desértica belleza del Parque Nacional por una ruta en buenas condiciones, se pueden sacar fotografías, hacer travesías, caminatas y observación de flora y fauna. Los cardones en su árido silencio, impresionan con su porte firme sobre la tierra.

Estarán siempre ahí, para deleitar la vista en un paisaje diferente.

Aunque su tala está prohibida, es posible tener un recuerdo de su madera, porque los guardianes del parque recogen los ejemplares secos y se los dan a los artesanos de la zona, para que hagan verdaderas obras de arte.



Pasean por el vasto territorio los guanacos, zorros colorados, zorros grises, chinchillones, pumas, pericotes andinos y los quirquinchos chicos.

Dueños del ambiente desoladamente bello de Los Cardones, viven también en esta extensa región aves como la gaviota andina y el carpintero de los cardones, pero la primera mención se la lleva el cóndor, cuyo avistaje a simple vista proporciona placer y admiración.

Los Cardones con su clima netamente árido, con precipitaciones que no superan los 200 milímetros al año y temperaturas medias de 11° en invierno y 18° en verano, ampara especies en vías de extinción como la vicuña y la taruca o huemul del norte.
 
El primer ambiente de la reserva es el de la Puna, cuya altura de entre 3500 y 4500 metros sobre el nivel del mar la distingue con una humedad casi nula y temperaturas que hacen temblar de frío por las noches.

Leer también: Parque Nacional El Rey creado para perservar las yungas y el chaco serrano.

Las especies típicas son la tola, añagua, rica-rica, cortadera, muña-muña y gramíneas. En la prepuna las alturas descienden a los 2200, aquí reinan los churquis que forman pequeños bosques conocidos como "El Churcal".

El tercero de los ambientes es el monte occidental, donde abundan los cardones, las jarillas -de gran importancia, ya que los cardones nacen y crecen bajo la protección de este arbusto hasta alcanzar un porte adecuado- y las flores amarillas del amancay, que sólo crecen en épocas de lluvia y se agrupan al pie de las laderas del cerro Tin Tin y en la Quebrada de Cajoncillo. En sectores más abiertos y desérticos se encuentran las típicas breas y retamos, que son arbustos que no superan el metro de altura, con tallos verdes y flores amarillas.

El último de los ambientes es el pastizal alto andino de neblina, con un promedio anual de lluvias menor a los 200 milímetros, en esta zona predominan las gramíneas y leguminosas, y algunas especies de hongos.
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29 de abril de 2020

El Parque Nacional Copo tiene una biodiversidad rica en aves, arbustos y quebrachos.

La  principal característica que diferencia este parque de los demás parques de Argentina es la ausencia de toda fuente de agua natural.

Y que alberga a cinco especies de animales en peligro de extinción: el yaguereté, el tatú carreta, el chancho quimelero, el águila coronada y el pájaro carpintero lomo blanco.

Geográficamente el  Parque Nacional Copo está situado en el límite con el Chaco y es uno de los parques nacionales más inexplorados de nuestro país.
El chancho quimilero de collar blanco  es el animal emblema del Parque Nacional Copo y también recibe el nombre de Taguá y Jabalí solitario o pecarí del Chaco, entre otros. fuente imagen: https://www.lanacion.com.ar/turismo/copo-el-desconocido-parque-nacional-santiago-del-nid2320843

El Parque Nacional Copo es ideal para hacer senderismo.


Es ideal para todos los que quieren hacer senderismo. No se puede transitar con vehículos. No hay señal para los teléfonos celulares. La naturaleza agreste se presenta en toda su magnitud.

El parque tiene una biodiversidad rica en aves, arbustos y quebrachos, tiene al oso hormiguero y al chancho quimilero de collar blanco como protagonistas.

El emblema del parque.



El animal emblema del parque (y el que vemos reflejado en el cartel de entrada) es el chancho quimilero.

El pecarí o chancho quimilero ha desarrollado adaptaciones a este ambiente como los senos nasales, que le permiten combatir las condiciones secas y polvorientas. Además, sus patas son pequeñas lo que le permite manejarse bien entre las plantas espinosas.

La fauna en el Parque Nacional Copo.

La fauna que alberga el Parque Nacional Copo es muy valiosa tanto por la cantidad de especies como por el estado de conservación de las mismas, ya que muchas de ellas están amenazadas, una en estado crítico y otras se encuentran en muy pocas áreas protegidas nacionales.

Son muchos los ejemplares de la fauna que hemos visto en nuestra recorrida y que tambiún hemos encontrado en otros parques como el pájaro carpintero, halcones. gavilanes, palomas, hornero, etc.

El gallito copetón es una especie de monte, donde prefiere arbustales y montecitos áridos.

El tordo músico recibe este nombre porque cuando se posan en los árboles cantan todos juntos, con sonidos de distintas notas, semejando un ensayo de orquesta.

Otro pájaro muy bonito es el brasita de fuego. Yiene un llamativo copete semioculto de color rojo brillante, y pecho y vientre rojizos, haciéndose más oscuro en la cabeza.
Leer también: El Impenetrable chaqueño, cita imperdible para los amantes de las travesías y la naturaleza.

Una mención muy especial en lo que a fauna se refiere la merece el tatú carreta (o tatú guazú en guaraní) una especie en peligro de extinción.

Otros ejemplares son la corzuela o corzuela parda, el pecarí de collar o gargantilla, del pecarí labiado o majano y el mataco, majano o tatú bola

Entre los felinos están presentes el gato moro o yaguarundí, el gato montés común y el puma.

También hay zorros pampa y zorros de monte (Cerdocyon thous).


Un parque nacional absolutamente inexplorado.

Recorrer el Parque Nacional Copo es un desafío para los amantes de la naturaleza.
Ubicado en la zona a la que se conoce como ‘el impenetrable santiagueño’, es una de las tierras menos exploradas por el hombre.

Otro importante exponente del Parque Nacional Copo es el quebracho colorado.

Es su último refugio. Producto de una deforestación indiscrimanada en el Chaco, su habitat natural, ha terminado refugiándose en este ángulo de la provincia de Santiago del Estero.

El quebracho colorado santiagueño.



Sin embargo, el quebracho colorado santiagueño aún sigue siendo el árbol emblemático de la ecorregión chaqueña, que predomina en los montes de Copo.

Sus magníficos ejemplares, de gran porte y tronco recto, poseen una madera muy dura y pesada, que tradicionalmente fue utilizada para hacer los durmientes del ferrocarril y extraer el tanino con el que se curten cueros, además de servir para fabricar postes y carbón.

La mejor época para visitar el parque.

La mejor época para visitar el PN Copo es entre los meses de abril y noviembre; durante el verano las temperaturas suelen ser demasiado elevadas y las lluvias pueden dificultar el acceso.
La  principal característica que diferencia este parque de los demás parques de Argentina es la ausencia de toda fuente de agua natural.

Y que alberga a cinco especies de animales en peligro de extinción: el yaguereté, el tatú carreta, el chancho quimelero, el águila coronada y el pájaro carpintero lomo blanco.

Geográficamente el  Parque Nacional Copo está situado en el límite con el Chaco y es uno de los parques nacionales más inexplorados de nuestro país.
El chancho quimilero de collar blanco  es el animal emblema del Parque Nacional Copo y también recibe el nombre de Taguá y Jabalí solitario o pecarí del Chaco, entre otros. fuente imagen: https://www.lanacion.com.ar/turismo/copo-el-desconocido-parque-nacional-santiago-del-nid2320843

El Parque Nacional Copo es ideal para hacer senderismo.


Es ideal para todos los que quieren hacer senderismo. No se puede transitar con vehículos. No hay señal para los teléfonos celulares. La naturaleza agreste se presenta en toda su magnitud.

El parque tiene una biodiversidad rica en aves, arbustos y quebrachos, tiene al oso hormiguero y al chancho quimilero de collar blanco como protagonistas.

El emblema del parque.



El animal emblema del parque (y el que vemos reflejado en el cartel de entrada) es el chancho quimilero.

El pecarí o chancho quimilero ha desarrollado adaptaciones a este ambiente como los senos nasales, que le permiten combatir las condiciones secas y polvorientas. Además, sus patas son pequeñas lo que le permite manejarse bien entre las plantas espinosas.

La fauna en el Parque Nacional Copo.

La fauna que alberga el Parque Nacional Copo es muy valiosa tanto por la cantidad de especies como por el estado de conservación de las mismas, ya que muchas de ellas están amenazadas, una en estado crítico y otras se encuentran en muy pocas áreas protegidas nacionales.

Son muchos los ejemplares de la fauna que hemos visto en nuestra recorrida y que tambiún hemos encontrado en otros parques como el pájaro carpintero, halcones. gavilanes, palomas, hornero, etc.

El gallito copetón es una especie de monte, donde prefiere arbustales y montecitos áridos.

El tordo músico recibe este nombre porque cuando se posan en los árboles cantan todos juntos, con sonidos de distintas notas, semejando un ensayo de orquesta.

Otro pájaro muy bonito es el brasita de fuego. Yiene un llamativo copete semioculto de color rojo brillante, y pecho y vientre rojizos, haciéndose más oscuro en la cabeza.
Leer también: El Impenetrable chaqueño, cita imperdible para los amantes de las travesías y la naturaleza.

Una mención muy especial en lo que a fauna se refiere la merece el tatú carreta (o tatú guazú en guaraní) una especie en peligro de extinción.

Otros ejemplares son la corzuela o corzuela parda, el pecarí de collar o gargantilla, del pecarí labiado o majano y el mataco, majano o tatú bola

Entre los felinos están presentes el gato moro o yaguarundí, el gato montés común y el puma.

También hay zorros pampa y zorros de monte (Cerdocyon thous).


Un parque nacional absolutamente inexplorado.

Recorrer el Parque Nacional Copo es un desafío para los amantes de la naturaleza.
Ubicado en la zona a la que se conoce como ‘el impenetrable santiagueño’, es una de las tierras menos exploradas por el hombre.

Otro importante exponente del Parque Nacional Copo es el quebracho colorado.

Es su último refugio. Producto de una deforestación indiscrimanada en el Chaco, su habitat natural, ha terminado refugiándose en este ángulo de la provincia de Santiago del Estero.

El quebracho colorado santiagueño.



Sin embargo, el quebracho colorado santiagueño aún sigue siendo el árbol emblemático de la ecorregión chaqueña, que predomina en los montes de Copo.

Sus magníficos ejemplares, de gran porte y tronco recto, poseen una madera muy dura y pesada, que tradicionalmente fue utilizada para hacer los durmientes del ferrocarril y extraer el tanino con el que se curten cueros, además de servir para fabricar postes y carbón.

La mejor época para visitar el parque.

La mejor época para visitar el PN Copo es entre los meses de abril y noviembre; durante el verano las temperaturas suelen ser demasiado elevadas y las lluvias pueden dificultar el acceso.
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28 de abril de 2020

El maravilloso espectáculo de la Ballena franca llegando a la Península Valdés en la patagonia argentina.
















En el sur de Argentina, el país que incluye los climas de los seis continentes, hay un planeta: la Patagonia.

Lagos tan grandes como mares, glaciares únicos en el mundo, montañas cubiertas de bosques y nieve perenne, enormes extensiones ventosas y semidesérticas, la ciudad más austral del mundo y aguas de océanos que se enfrentan eternamente, se encuentran, luchan y mezcla: aquí está este enorme triángulo de tierra donde termina América.

Península Valdés, un microcosmos naturalista de incalculable valor ecológico.

Al igual que los lobos y elefantes marinos, las ballenas son mamíferos que se han adaptado a la vida marina.
Leer también: Biodiversidad en la Patagonia argentina, imagen global y totalizadora de la inmensa riqueza subyacente en este suelo.
Como cada año unos 600 ejemplares de cada especie llegan a las tranquilas aguas de los Golfos Nuevo y San José.

En estas costas, un microcosmos naturalista de incalculable valor ecológico, la península de Valdés, proyecta sus playas hacia el mar abierto, donde, imaginaria frontera entre las aguas antárticas y el Atlántico sur, la ballena franca llega al comienzo del invierno del sur (mayo) y llega al Golfo de San José y, en parte, al Nuevo Golfo para perpetuar su especie en un área natural casi incontaminada y donde el observador puede interpretar, disfrutar o estudiar a estos mamíferos gigantes, pero siempre aprende a respetarlos si no a amarlos.

A mediados de año un nuevo sonido se oye en el mar patagónico austral. La ballena franca regresa puntualmente a Península Valdés, en la Patagonia argentina.















En el sur de Argentina, el país que incluye los climas de los seis continentes, hay un planeta: la Patagonia.

Lagos tan grandes como mares, glaciares únicos en el mundo, montañas cubiertas de bosques y nieve perenne, enormes extensiones ventosas y semidesérticas, la ciudad más austral del mundo y aguas de océanos que se enfrentan eternamente, se encuentran, luchan y mezcla: aquí está este enorme triángulo de tierra donde termina América.

Península Valdés, un microcosmos naturalista de incalculable valor ecológico.

Al igual que los lobos y elefantes marinos, las ballenas son mamíferos que se han adaptado a la vida marina.
Leer también: Biodiversidad en la Patagonia argentina, imagen global y totalizadora de la inmensa riqueza subyacente en este suelo.
Como cada año unos 600 ejemplares de cada especie llegan a las tranquilas aguas de los Golfos Nuevo y San José.

En estas costas, un microcosmos naturalista de incalculable valor ecológico, la península de Valdés, proyecta sus playas hacia el mar abierto, donde, imaginaria frontera entre las aguas antárticas y el Atlántico sur, la ballena franca llega al comienzo del invierno del sur (mayo) y llega al Golfo de San José y, en parte, al Nuevo Golfo para perpetuar su especie en un área natural casi incontaminada y donde el observador puede interpretar, disfrutar o estudiar a estos mamíferos gigantes, pero siempre aprende a respetarlos si no a amarlos.

A mediados de año un nuevo sonido se oye en el mar patagónico austral. La ballena franca regresa puntualmente a Península Valdés, en la Patagonia argentina.
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