En el sur de Argentina, el país que incluye los climas de los seis continentes, hay un planeta: la Patagonia.
Lagos tan grandes como mares, glaciares únicos en el mundo, montañas cubiertas de bosques y nieve perenne, enormes extensiones ventosas y semidesérticas, la ciudad más austral del mundo y aguas de océanos que se enfrentan eternamente, se encuentran, luchan y mezcla: aquí está este enorme triángulo de tierra donde termina América.
Península Valdés, un microcosmos naturalista de incalculable valor ecológico.
Al igual que los lobos y elefantes marinos, las ballenas son mamíferos que se han adaptado a la vida marina.
Leer también: Biodiversidad en la Patagonia argentina, imagen global y totalizadora de la inmensa riqueza subyacente en este suelo.Como cada año unos 600 ejemplares de cada especie llegan a las tranquilas aguas de los Golfos Nuevo y San José.
En estas costas, un microcosmos naturalista de incalculable valor ecológico, la península de Valdés, proyecta sus playas hacia el mar abierto, donde, imaginaria frontera entre las aguas antárticas y el Atlántico sur, la ballena franca llega al comienzo del invierno del sur (mayo) y llega al Golfo de San José y, en parte, al Nuevo Golfo para perpetuar su especie en un área natural casi incontaminada y donde el observador puede interpretar, disfrutar o estudiar a estos mamíferos gigantes, pero siempre aprende a respetarlos si no a amarlos.
A mediados de año un nuevo sonido se oye en el mar patagónico austral. La ballena franca regresa puntualmente a Península Valdés, en la Patagonia argentina.
Espectáculo maravilloso, sin palabras. Tuve la inmensa posibilidad y dicha de disfrutarlo en el año 2010 con mi familia.
ResponderEliminarVer pasar las ballenas debajo del catamarán es algo que va más allá de la imaginación.
Es verdaderamente maravilloso observar pasar las ballenas por debaje del barco o a pocos metros de distancia.
EliminarSin embargo, a pesar de su corpulencia, emanan un aura de tranquilidad notable.
Gracias por comentar.