Nant y Fall es el nombre de un corto río en la provincia de Chubut, su nombre proviene de una voz galesa que significa "arroyo de los saltos". Nace en la cabecera este del Lago Rosario y luego de recorrer unos 15 kilómetros desemboca en otro río más largo y caudaloso, el Corinto. En su corto recorrido posee siete saltos, los últimos tres son los más altos llegando uno de ellos a superar los setenta metros de altura.
No es un río que se destaque por poseer peces grandes pero nos gusta pescarlo. Con mi amigo de toda la vida, Horacio, solemos visitarlo cada vez que que me hago un viaje de dos mil kilómetros para pasar unos días con mi amigo y su familia y de paso practicar nuestro deporte preferido.
En una de esas excursiones a este río estuvimos pescando toda la tarde con muy buenos resultados. El tiempo pasa muy rápido cuando la diversión es grande y en ese día casi nos cayó el anochecer de golpe. Con las últimas luces del atardecer enganché mi línea en una rama de un calafate que estaba del lado contrario al que estábamos nosotros, en ese tramo el río es muy angosto, no más de veinte metros y me pasé de largo. Perdí la mosca, una montana para más datos.
Como ya casi no había luz decidimos terminar la jornada y volver a Esquel, nos esperaba un trecho de unos treinta kilómetros de ripio más otros veinticinco de asfalto, contentos y cansados volvimos tranquilamente, conversando, tomando mate y esperando a tener señal para avisarle a nuestras esposas que prepararan la cena.
Un par de días después volvimos al mismo lugar, nos había ido tan bien que decidimos repetir y otra vez la pesca era buena, Dios nos volvía a sonreír, quizás contento al ver que más de cincuenta años de compartir amistad era una buena forma de honrarlo.
Nuevamente se nos fue la tarde muy rápido y ya habíamos decidido que apenas obtuviéramos un pez más nos íbamos.
Tengo un enganche en un un tronco hundido y se corta el nylon perdiendo la mosca, entonces le digo a Horacio que voy desarmando el equipo, que el siga un poco más. Me siento en una piedra cerca del agua para estar más cómodo y veo, colgando de un arbusto, un pedazo de nylon y en su extremo una montana colgando . Era la mosca que había perdido un par de días antes, claro! esta vez habíamos tomado la otra orilla para caminar el río y sin querer habíamos llegado hasta el mismo lugar solo que esta vez en la costa contraria.
Recuperé mi mosca y mi amigo me dice que la ponga otra vez. No se si Uds. creen en los milagros pero entre la poca luz que quedaba y mis ojos ya no son los de antes no había ninguna chance de pasar un nylon por el ojo del anzuelo y hacer un nudo decente, sin embargo lo hice y no solamente eso sino que hago un lanzamiento perfecto a la costa contraria y luego de derivar un par de metros.... si una hermosa trucha marrón tomó la montana.
El viaje de vuelta lo hicimos extasiados, no podíamos creer lo que había ocurrido. Solo quedaba agradecer a Dios.
Esa noche invitamos a nuestras esposas a cenar en un buen restaurante.
0 commentarios:
Publicar un comentario