El turismo en Río Negro y Neuquén se está extendiendo más allá de sus ofertas tradicionales.
El vino y su cultura se abren paso entre las ofertas tradicionales y constituyen un producto cada vez más buscado por los visitantes.
Todas las zonas vitivinícolas del mundo han generado estrategias de enoturismo para mostrar y promocionar esta actividad, que es mucho más que una realidad económico-agropecuaria.
Se trata de una actividad que imprime una fuerte identidad cultural y social a los pueblos que se desarrollan alrededor de la vitivinicultura. De hecho, el pasado año, la demanda de excursiones turísticas relacionadas con el vino creció un 40 % con respecto al 2002.
¿Por qué apostar al turismo del vino, entonces? ¿Qué valor agregado implica sumar propuestas turísticas al negocio vitivinícola?
Estos interrogantes debieron afrontar algunas bodegas a la hora de decidir abrir sus puertas al visitante.
Más aún cuando implica fuertes inversiones en infraestructura y personal especializado.
El gobierno de la provincia de Río Negro ha integrado a las cuatro bodegas rionegrinas exportadoras de vino en un plan de promoción que busca fortalecer la presencia de los vinos rionegrinos fronteras adentro para proyectarlos con mayor fuerza al exterior.
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