Apareció por primera vez a fines de 1972, en la revista "Hortensia", de Córdoba. La historieta era, originariamente, una parodia en la que se exageraban los giros lingüísticos y los estereotipos terruñales; además era, gráficamente, más elaborada. En toda esa etapa, Inodoro se convertiría en anfitrión pampeano de diversos y extraños visitantes, mientras se perfilaba, ya como una constante, el que sería su ladero insuperable, Mendieta, un perro de raza desconocida que acompañaría a su amo en sus andanzas, compartiendo con él razonamientos. Luego pasó por las revistas 'Mengano' y 'Siete Días', con aventuras por entregas, donde Mendieta (quien, según relató una vez, en realidad era un "cristiano emperrado por un inoportuno eclipse de luna") ganará letra y estatura de coprotagonista.
A diferencia de lo que ocurre en otras historietas, en estas tiras el remate suele ser secundario, dado que el efecto humorístico no se sintetiza exclusivamente en el final sino en la vertiginosa acumulación de chistes previa: el ideal es una ocurrencia por cuadrito. Tanto el remate como muchos de los chistes intermedios están a cargo de Mendieta, que funciona como la conciencia sensata (suele decir "Negociemos, don Inodoro") en estas historias de humor errático y absurdo. Además, la comicidad de esta tira recide en el lenguaje, ya que Inodoro Pereyra realiza muchos juegos de palabras.
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