Declarado Parque Provincial en 1991, es una de las áreas que se conserva como semillero de Pino Paraná ya que esta especie ha sido diezmada en los últimos años.
La vegetación, además, da muestra de la diversidad de la selva misionera mostrando a los helechos arborescentes con cinco metros de altura; a dos timbó que crecen de forma idéntica; laurel, guatambú, orquídeas y otras especies completan el paisaje.
Y esta nutrida flora, también cobija una rica fauna: los monos carayá se trasladan ágilmente entre las copas de los árboles; las aves, como el coludito de los pinos y el loro pecho vinoso sobrevuelan las araucarias; mientras las liebres, agutíes y comadrejas corretean de un lado a otro buscando una escondite.
Para recorrerlo hay dos opciones: un sendero bien abierto que permite descubrir toda la variedad de especies que lo habitan; y otro agreste, para los visitantes más aventureros, que sorprende con el techo verde, su abrupto declive y los tesoros que esconde.
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