Güirá Ogá fue construida en plena selva utilizando los espacios abiertos por la caída de los grandes árboles como consecuencia del viento, tormentas o intensas lluvias, es decir que en su construcción no ha sido eliminado un solo árbol, demostrando así que el hombre, cuando se lo propone, puede vivir en armonía y equilibrio sin modificar o destruir el ecosistema del que forma parte.
Gavilanes, lechuzas, tucanes, tingazú, tamandúas, aguará popé, coendú, yacarés, etc., son algunos de los 220 animales que debieron ser atendidos en estos tres años de trabajo, y que hoy gracias al esfuerzo de los que hacen día a día Güirá Ogá, 150 de ellos han podido retornar a su único hogar: La Selva Misionera.
La selva misionera o paranaense es uno de los ambientes más amenazados de la Argentina y al mismo tiempo el de mayor biodiversidad. Esta selva, hasta principios de siglo, cubría gran parte de Brasil, Paraguay y casi toda la provincia de Misiones.
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